En el mundo hay conflictos ensombrecidos por demasiados intereses creados. Conflictos que ponen patas arriba la vida de decenas de miles de personas indefensas, pero que nadie cuenta, porque no hay buenos, sino malos, en todas partes. El de Cabinda es uno de ellos: desde hace más de medio siglo, ante la indiferencia general de los medios de comunicación y de la comunidad internacional, persiste aquí, en un pequeño territorio angoleño encerrado entre Congo-Brazzaville y la República Democrática del Congo, un conflicto latente. Es la zona más rica del planeta y, por tanto, la más desafortunada.
Una anomalía geográfica, debida a las opciones del colonialismo, y una anomalía geológica: se la apoda el «Kuwait africano» por sus inmensas reservas de petróleo y otros minerales, por las que ha sido objeto de codicia de las potencias regionales e internacionales desde el siglo XVI[1]: este pequeño territorio (ligeramente mayor que Palestina), de sólo 800.000 habitantes, es uno de los más ricos del continente[2]. Sus cabindanes pertenecen a la etnia bakongo y hablan kikongo, la lengua de los bantúes congoleños, pero los angoleños luchan contra esta singularidad étnico-cultural, imponiendo el portugués en las escuelas[3]. La razón es clara: el enclave, rico en minerales como manganeso, titanio, potasio, oro, uranio y fosfatos[4], suministra más del 60% del petróleo de Angola[5], es decir, el 80% de las exportaciones nacionales[6]. Sus 7.283 kilómetros cuadrados, en parte enterrados en la selva de Mayombe y el subsuelo marino, han permitido a Angola convertirse en uno de los mayores productores de oro negro del continente africano[7]. Además, Cabinda está convenientemente situada para el transporte marítimo, lo que la convirtió en una víctima predestinada en cuanto los europeos la descubrieron.
República de Cabinda
Cabinda en los años 60[8]
Entre 1600 y 1700, la costa de Cabinda fue un importante punto de partida para el comercio de esclavos africanos[9]. En el siglo XIX, el clan Franque usurpó el poder de los clanes opuestos (Nsambo, Npuna y Nkata Kolombo). La figura dominante, Francisco Franque, acumuló riqueza gracias a una estrecha alianza con los negreros brasileños y la marina mercante europea, pero su poder menguó con el fin del comercio de esclavos[10]. La Conferencia de Berlín de 1884 le arrebató la orilla norte del Congo, hasta entonces uno de los principales puertos comerciales de Portugal, concediéndole a cambio Cabinda[11]. Al año siguiente, bajo dominio colonial portugués, Portugal y los francos firmaron el Tratado de Simulambuco[12]: Cabinda se convirtió en un «protectorado» con privilegios especiales, mientras que Angola pasó a ser una colonia de pleno derecho[13].
En 1956 se descubrió petróleo: los portugueses rompieron el Tratado de Simulambuco e hicieron de Cabinda una provincia de su colonia angoleña[14]. Cuando, en 1960, sonó la hora de la independencia africana, Portugal hizo oídos sordos e insistió en controlar sus propias colonias (Angola, Mozambique, Guinea Bissau, Cabo Verde, Santo Tomé y Príncipe), lo que provocó guerras nacionalistas también en Cabinda[15]. En 1963, los tres grupos independentistas, el MLEC Movimiento para la Liberación del Enclave de Cabinda, el CAUNC Comité de Acción y Unión Nacional de Cabinda y la Alianza de Mayombe[16] , se unieron en el FLEC Frente para la Liberación del Enclave de Cabinda[17] , dirigido por Luis de Gonzaga Ranque Franque[18].
El FLEC luchó por la independencia de Cabinda, como consecuencia lógica del Tratado de Simulambuco[19] , pero el movimiento acabó involucrándose en las guerras civiles angoleñas[20]. En 1974, tras la Revolución de los Claveles en Lisboa[21] , Portugal firmó el Tratado de Alvor con los tres principales grupos independentistas angoleños: el Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA), el Frente Nacional para la Liberación de Angola (FNLA) y la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA), concediendo la independencia a toda Angola, incluida Cabinda[22].
Excluido de las negociaciones, el FLEC declara la independencia de la República de Cabinda el 1 de agosto de 1975, y forma un gobierno en el exilio dirigido por Henrique N’zita Tiago. Luis Ranque Franque es nombrado presidente. Tras el Tratado de Alvor, las tropas del MPLA, apoyadas por unidades militares cubanas del Congo Brazzaville, invaden Cabinda, derrocan al gobierno provisional del FLEC y se anexionan la provincia[23]. El MPLA crea una compañía petrolera nacional, Sonangol, para gestionar la floreciente industria petrolera. Los ingresos de Sonangol se utilizan para financiar la larga lucha contra UNITA, que en cambio se financia con la venta de diamantes y madera, así como con regalos de Sudáfrica y el gobierno estadounidense[24].
El país africano acaba fatalmente en el punto de mira de las grandes potencias mundiales debido a la riqueza de sus yacimientos, con Estados Unidos y la Unión Soviética empeñados en apoyar a las dos facciones enfrentadas[25]. La junta militar marxista-leninista que llegó al poder, apoyada por la URSS y Cuba, favorece al MPLA. Por el contrario, los movimientos rivales FNLA y Unita[26] cuentan con el apoyo del Zaire de Mobutu (Congo RDC)[27] que lucha por el control de Cabinda[28] , Estados Unidos, la Sudáfrica del apartheid, la CIA y… la China maoísta[29]. Angola se encuentra en estado de confusão: expresión portuguesa que traduce bien la idea de anarquía, abandono y confusión en que se encuentran el país y sus habitantes[30].
Diciembre de 1965: soldados cubanos y del MPLA en acción en Cabinda como parte de la llamada Operação Macaco, cuyo objetivo es la conquista de la provincia de Dembos[31]
Para la población es una pesadilla[32]. Con la llegada de Gulf Oil, el enclave se convierte en la principal fuente de ingresos del MPLA. En esta vorágine sigue faltando un actor: la empresa francesa Elf (ahora integrada en el coloso Total), bien implantada en Congo Brazzaville, donde gestiona los yacimientos de Pointe Noire, adyacentes a los de Cabinda. Elf está implicada en varias porquerías[33], y en este conflicto apoya al FLEC, dirigido por José Auguste Tchioufou, empleado de la propia Elf-Congo[34]. Para evitar ataques contra sus instalaciones y personal, también financia (y arma) a UNITA[35].
Al final habrá soldados cubanos defendiendo a una multinacional petrolera americana contra auxiliares armados por una multinacional petrolera francesa[36]. En la década de 1990, a pesar del alto el fuego y de las elecciones de 1992, los combates se hicieron más encarnizados que nunca y más de una cuarta parte de la población de Cabinda se vio obligada a huir[37]. A finales de 2002, el conflicto armado se recrudece, Luanda despliega 30.000 soldados sólo en Cabinda[38]. Con el asesinato del líder de UNITA, Jonas Savimbi, entra en vigor un alto el fuego, pero el FLEC sigue luchando, pero es derrotado por el MPLA[39].
El armamento de los rebeldes está anticuado. Atacan esporádicamente a las tropas gubernamentales desplegadas en Cabinda, así como a objetivos económicos, e incluso secuestran a empleados extranjeros que trabajan en los sectores del petróleo, la madera, la minería del oro y la construcción. Su eficacia se ve obstaculizada por diversas escisiones entre facciones, en particular la división entre FLEC-Renovada (FLEC-R)[40] , dirigido por Antonio Bento-Bembe[41] , FLEC-FAC (Fuerzas Armadas de Cabinda)[42] , dirigido por Henriques Tiago N’Zita: de etnia lindi, es otro autoproclamado presidente de Cabinda, exiliado en París desde 1991 y pagado por Elf[43].
El tercer frente de liberación está formado por un grupo llamado FDC, o Frente Democrático para Cabinda. Se producen enfrentamientos entre el FDC y las otras dos facciones del FLEC por el control de los yacimientos de oro de la zona de Buco Zau, en Cabinda[44]. A mediados de 2003, las Fuerzas Armadas Angoleñas (FAA) derrotaron a los rebeldes y obligaron al grupo a firmar un alto el fuego, acuerdo que ambas partes violaron repetidamente. El FLEC sigue controlando algunas zonas del campo de Cabinda y el conflicto continúa de forma intermitente[45].
El ataque a la selección de Togo
Los ataques y secuestros son la respuesta de los militantes del FLEC al gobierno angoleño[46]
La guerrilla ganó atención internacional con un ataque a la selección nacional de fútbol de Togo en 2010[47]. A pocos meses del Mundial de Sudáfrica, el 8 de enero, los Gavilanes, nombre de la selección togolesa, viajan en autocar a Angola[48] para disputar la Copa Africana de Naciones[49]. El campo de entrenamiento se encuentra en Pointe Noir (Congo), a unos 100 km de donde iban a disputarse los partidos, en la ciudad de Cabinda[50]. El entrenador nunca llegará: el ataque, reivindicado por milicianos del FLEC, mata al segundo entrenador, al portavoz y al chófer[51], además de herir a otras nueve personas[52].
Los togoleses no tienen nada que ver con este asunto, pero el FLEC encuentra la manera de reavivar la atención en torno a un conflicto que dura ya más de tres décadas en medio de la indiferencia general[53]. El secretario general de la FLEC, Rodrigues Mingas, explica en un comunicado con pesar que el objetivo no era el equipo togolés, sino la escolta angoleña[54]. Desde el punto de vista de los medios de comunicación, por supuesto, se trata de un tremendo gol en propia meta. En 2016 falleció el dirigente Henrique Tiago N’zita[55]. El movimiento sigue existiendo. Por su parte, el ejército angoleño sigue persiguiendo a los combatientes y es acusado regularmente de abusos y detenciones arbitrarias[56].
La desintegración del movimiento en docenas de facciones, a veces rivales, a veces aliadas, complica cualquier intento de mediación. La mala fe del régimen angoleño, que nunca ha buscado realmente una solución negociada, y el desinterés de la comunidad internacional, socavan los esfuerzos de paz[57]. En el curso de las operaciones militares se han cometido -con total impunidad- graves y generalizadas violaciones de los derechos humanos contra la población civil: ejecuciones, detenciones y encarcelamientos arbitrarios, tortura y violencia sexual[58]. Se condena a personas basándose en confesiones obtenidas bajo tortura[59]. Tanto la FAA como la Policía Nacional angoleña (Polícia National – PN) no investigan realmente. En algunos casos, se limitan a trasladar a los presuntos autores, incluidos los funcionarios y la unidad de los responsables, a otra provincia[60].
Pocos días después de las elecciones del 24 de agosto de 2022, el gobierno angoleño admitió que se habían producido atentados no lejos de la frontera congoleña, en una zona que sirve de base de retaguardia a los independentistas[61]. Desde su elección en 2017, el presidente Joao Lourenço tiene la imagen de un líder abierto y moderado, pero en la provincia de Cabinda, los separatistas le acusan de continuar la política represiva de su predecesor José Eduardo Dos Santos[62]. Los activistas acaban en prisión, donde sufren malos tratos y tortura. A los cabindios se les niega la libertad de expresión. Para ellos, el derecho de manifestación sigue siendo un espejismo[63].
Explotación de recursos y catástrofes ambientales
El líder histórico del FLEC, Henrique N’Zita Tiago[64]
La riqueza de Cabinda se originó en la era Mesozoica, cuando el hundimiento de una porción de la corteza terrestre en el Atlántico Sur produjo fracturas en la sección sedimentaria de Cabinda[65]: a principios del Cretácico, en la fase de deriva, las placas africanas se separaron de las sudamericanas[66]. En el estuario del río Congo y frente a la costa, dentro de lo que hoy es la concesión petrolífera del Bloque 0, la rotación de las fallas crea trampas que actúan como contenedores naturales de varios miles de millones de barriles de petróleo[67] y gas natural[68].
Hay petróleo por todas partes: el yacimiento de N’Sano, situado en el Bloque 0, y la zona de Greater Takula, descubierta en 1992, son dos de los 21 yacimientos asignados a Chevron, y es uno de los mayores yacimientos de petróleo y gas del mundo[69]. El complejo de Takula está situado a unos 40 km de Malongo, en aguas de 50 a 75 metros de profundidad, y produce unos 200.000 barriles de petróleo al día[70]. El proyecto forma parte del Área A de Cabinda, dentro del Bloque 0, y está explotado por Chevron[71]. La empresa ha firmado una moratoria con el gobierno para verter 12 millones de toneladas de residuos peligrosos de petróleo al océano en el mar de Cabinda. Total y Esso se sumaron inmediatamente a la petición[72], un acuerdo que ha permanecido en la sombra. Y lo que es aún más grave, se permite a Chevron verter a poca distancia de la costa[73]. Esto significa que los recortes de perforación contaminados con petróleo de muchas plataformas petrolíferas en alta mar pueden verterse legalmente en el océano, lo que supone una grave amenaza para el medio ambiente[74], ya que los residuos de petróleo, productos químicos, lodos y metales ponen en peligro la vida marina y acaban en la cadena alimentaria y en nuestros platos.
Angola tiene que aceptarlo, necesita el dinero y las infraestructuras de las grandes multinacionales[75]. Los empleados de estas empresas invaden el territorio cabindés, pero rara vez entran en contacto con la población local: Chevron-Texaco tiene un blocao en Malonga[76] , un pueblo cerrado, de difícil acceso para cualquiera[77]. En contraste con la extrema pobreza de Cabinda, Malonga es una auténtica ciudad americana con electricidad, agua corriente, red de comunicaciones, cine, zonas comerciales, etc. También cuenta con su propio puerto para helicópteros, desde el que se transporta a los trabajadores petroleros dentro y fuera de Cabinda.
Chevron y otras empresas petroleras recurren al uso de mercenarios para sus ejércitos privados: no sólo proporcionan seguridad a los trabajadores, sino que también permiten a las empresas conquistar territorios en los que usurpan el poder estatal por la fuerza de las armas. Hasta no hace mucho, los mercenarios de Cabinda eran reclutados principalmente a través de Executive Outcomes[78], una empresa sudafricana. Cuando esto cayó en desgracia, los gigantes del petróleo contrataron a veteranos del ejército estadounidense. Sin embargo, el gobierno angoleño sigue utilizando tropas de Executive Outcomes en el enclave como apoyo a sus fuerzas armadas nacionales, las FAA[79].
Su fundador y presidente, Eeben Barlow[80], ha causado una fuerte impresión entre los líderes militares rusos. Convencidos de sus métodos, decidieron reproducir el modelo de la empresa sudafricana con el grupo paramilitar Wagner[81], una nebulosa red que combinaba la fuerza militar con los intereses comerciales, vanguardia de las ambiciones rusas en expansión en África. La empresa de seguridad privada está dirigida por Yevgeny Viktorovich Prigozhin[82] , el magnate conocido como «el cocinero de Putin»[83]. a quien el Presidente ha confiado la defensa de los intereses rusos en numerosos países africanos, entre ellos Angola[84]. Intereses que van desde concesiones mineras de oro a concesiones de diamantes. La empresa rusa de diamantes Alrosa está presente en Angola y Zimbabue y no por solidaridad con los productores africanos[85].
Mercenarios sudafricanos para los ejércitos privados de las multinacionales mineras[86]
La estrategia rusa consiste en ganar alianzas mediante la venta de armas, siendo Argelia, Egipto y Angola sus principales compradores. Todo ello a cambio de concesiones para la explotación de recursos naturales, opción a través de la cual grandes empresas como Gazprom, Rostec, Lukoil, Lobaye e Invest Sarlu han obtenido ventajosos contratos plurianuales[87]. Y por eso, desde 1955[88], Moscú ha invertido en el MPLA: Angola exporta más de 800.000 de hidrocarburos al día, más de lo que Kuwait suministra a EEUU[89]. El valor total del petróleo producido cubre aproximadamente 2/3 de los ingresos totales del Estado[90].
Como Angola permaneció fuera de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) hasta 2007, el país no estuvo sujeto a cuotas restrictivas a sus exportaciones durante muchos años. También se benefició de una combinación de condiciones geológicas favorables, una elevada tasa de éxito en la exploración y bajos costes de explotación[91]. Además de Rusia, ENI también ha establecido numerosas asociaciones con empresas petroleras en Cabinda, donde extrae combustibles fósiles con BP[92]: creada mediante la combinación de las operaciones angoleñas de BP y ENI, Azule Energy es el mayor productor independiente de petróleo y gas del país. La empresa posee 2.000 millones de barriles de recursos netos y está creciendo hasta producir 250.000 barriles al día[93]. En 2026 podrá producir unos 4.000 millones de metros cúbicos de gas natural al año[94].
Azule Energy cuenta ya con una sólida cartera de nuevos proyectos para los próximos años, entre los que destacan el proyecto Agogo Full Field, situado en el Bloque 15/06, y el proyecto petrolífero PAJ, situado en el Bloque 31[95]. En el yacimiento de Ndungu, situado en el bloque 15/06, ENI realizó un importante descubrimiento de petróleo en aguas profundas. ENI posee el 36,84%, en asociación con Sonangol (36,84%) y SSI Quinze (26,32%)[96]. La gente piensa erróneamente que el colonialismo es un legado del pasado: en realidad, seguimos destruyendo grandes extensiones de países extranjeros, causando desastres medioambientales, económicos y sociales.
Hay poblaciones que llevan años esperando reparaciones a las que ENI se opone. Los intereses comerciales para la extracción de petróleo, diamantes, oro y uranio[97] prevalecen sobre la protección del medio ambiente, además de poner en peligro la salud de las poblaciones[98]. La explotación intensiva del territorio africano provoca catástrofes que pronto se olvidan o nunca se divulgan – como el vertido de toneladas de petróleo en el delta del Níger por la explosión del oleoducto de ENI en 2012[99]. Pero cada empresa extranjera tiene sus propios escándalos: además de ENI, muchas otras empresas trabajan en Cabinda. Entre las principales están ExxonMobil, Chevron, Shell, British Petroleum, Maersk, Total, Statoil, Petrogal, Petronas y Sinopec[100]. La compañía de bandera angoleña tiene acuerdos con las tres compañías petroleras que trabajan en Cabinda, incluso antes de la independencia de Portugal (1975)[101]: la Cabinda Gulf Oil Company, empresa conjunta de Gulf Oil, Texaco y Petrofina[102]. Todas empresas que, obviamente, tienen una gran influencia no sólo en la economía, sino también en la política de una nación.
Sin embargo, en Cabinda existe un problema crónico de escasez de combustible. Todos los días, los ciudadanos hacen cola durante horas en las gasolineras. El problema es el contrabando por parte de grupos organizados, y las autoridades hacen poco por frenar este fenómeno[103]. Los controles se desmoronan, los que pueden se aprovechan de ello, y esto no ha escapado a la atención del entorno del ex presidente José Eduardo Dos Santos: como buen padre de familia, ha colocado a sus hijos en la sala de control. La alta dirección de Sonangol, la compañía petrolera estatal, estaba ocupada hasta hace poco por su hija, Isabel Dos Santos[104]. Incluida en la lista de Forbes como la mujer más rica de África, Isabel tiene una miríada de intereses en la industria del diamante, la banca, los medios de comunicación, las telecomunicaciones y posee el 7% de la portuguesa Galp Energia[105]. La fiscalía nacional ha emitido una orden de detención contra ella[106] por varios delitos, entre ellos blanqueo de capitales y malversación[107].
Sonangol: la controvertida petrolera angoleña[108]
En 2012, el Estado declaró su intención de construir un puerto de aguas profundas en Caio, al norte de la ciudad de Cabinda, para liberarse de la dependencia de Pointe-Noire[109]. El contrato se adjudicó inicialmente, sin estudio de viabilidad ni concurso, a una empresa creada sólo unos meses antes, la sociedad Porto de Caio, SA. El propietario de la empresa (con el 99,9% de las acciones) es Jean-Claude Bastos de Morais, un hombre conocido en los círculos angoleños por ser amigo especial del hijo del presidente y su principal socio comercial[110]. Porto de Caio es un proyecto ambicioso, y la caja del Fundo Soberano de Angola (FSDEA), que invierte en el puerto, está gestionada por Quantum Global, propiedad y controlada por Bastos de Morais[111], cuyo presidente del consejo de administración es José Filomeno dos Santos[112].
Cuatro años después del anuncio, falta la liquidez prometida por Bastos[113]. China se adelanta, con la China Road and Bridge Company (CRBC)[114]. Angola es el principal socio comercial de los chinos: ayuda al desarrollo a cambio de vías rápidas en concesiones industriales y mineras[115]. Pekín concede el préstamo al Estado angoleño. El Estado angoleño la entrega a Porto de Caio. El Fondo Soberano Angoleño, organismo estatal, financia el 15% restante que debía aportar Porto de Caio: 124 millones de USD. Sin embargo, el Fondo Soberano había anunciado que su «inversión» en el proyecto era de 180 millones de dólares. Una diferencia de 56 millones de dólares[116].
El petróleo no es el único recurso de la pequeña región[117]. Cabinda es el centro neurálgico de muchas empresas mineras: Exploration Mining Resources, Ferrangol, Petril Phosphates, Minbos Resources, ITM Mining, Lumanhe, Axactor[118] y Endiama EP, la empresa estatal de diamantes[119]. En los estratos cretácico-terciarios del distrito de Cabinda han aparecido yacimientos sedimentarios marinos de fosfato de alta calidad[120]. El fosfato sirve a la industria de los fertilizantes, de gran demanda en todo el mundo[121]. El mineral se depositó en una cuenca marina que cubre gran parte del distrito de Cabinda[122].
Minbos Resources Ltd.[123] , empresa australiana[124] , adquirió en 2020 una licencia para el proyecto de fosfato de Cabinda[125] , desarrollado por Minbos Resources (85%) con su socio local Soul Rock (15%)[126]. En el yacimiento de Cácata, una mina a cielo abierto, la producción se estima en 150.000 toneladas para 2023, con perspectivas de ampliación a 450.000 toneladas en el futuro[127]. La empresa lo considera uno de los últimos grandes yacimientos sedimentarios de fosfato del mundo. La clave del depósito es su ubicación, ya que se minimizan los costes de transporte. Como el fosfato es una materia prima a granel, el transporte suele ser el principal coste de la extracción[128]. El mercado de la roca fosfórica mueve miles de millones de dólares. Las repercusiones de la invasión rusa de Ucrania preocupan a los agricultores de todo el mundo. Los dos países enfrentados suministran el 30% del fertilizante internacional, y Rusia ha suspendido las exportaciones[129]. El abono de Cabinda es crucial en todo el mundo.
El proyecto Phosphate Cabinda prevé explotar el yacimiento de Cácata y entregar a Porto de Caio[130]
La otra verdadera riqueza del enclave son los diamantes del noreste de la región. Existen numerosos yacimientos de kimberlita de los que se extraen gemas preciosas[131]: una industria valorada en 1.200 millones de dólares y que sitúa a Angola en el cuarto puesto entre los productores mundiales y el segundo en África[132], con una producción estimada de 9,3 millones de quilates en 2021. Sin embargo, alrededor del 60% de las cuencas mineras del país permanecen inexploradas, lo que abre nuevas oportunidades de extracción[133]. Para finales de 2023, el país aspira a convertirse en el mayor productor de diamantes del mundo[134].
La Empresa Nacional del Diamante de Angola, un organismo estatal, es responsable de aprobar las concesiones y licencias[135]. Sodiam es el brazo comercial de la agencia de diamantes angoleña, controlada por el Estado. Acabó en el punto de mira de los investigadores por despilfarrar dinero público para salvar a una empresa suiza de diamantes cuyos principales accionistas son Sindika Dokolo, marido de Isabel Dos Santos, y la propia Sodiam[136]. La venta de «diamantes de sangre» permite a los grupos rebeldes financiar guerras civiles y comprar armas. En Angola, Liberia, Sierra Leona y la República Democrática del Congo, desde los años 90, estos grupos han tomado el control de las minas de diamantes con la complacencia de las empresas que ejercen el oligopolio mundial del comercio de estas gemas[137].
La mayoría de los diamantes, hasta el asesinato de su líder, Jonas Savimbi, procedían de contrabando de las regiones controladas por UNITA[138]. Para extraer los diamantes de las minas y depósitos aluviales se expolia a la población civil de los pueblos y se la mantiene en condiciones de esclavitud. Los minerales se confían a correos que los exportan ilegalmente a Namibia, listos para ser mezclados con piedras legales y distribuidos en los mercados hasta llegar a Amberes, considerada la capital mundial del procesamiento de diamantes. La ciudad belga abastece a joyeros de todo el mundo[139].
En 2015, el periodista Rafael Marques de Morais fue condenado a seis meses de prisión por nombrar a generales del ejército en un libro que revelaba asesinatos y torturas en los campos de diamantes del país[140]. Los generales nombrados son accionistas de la empresa de diamantes Sociedade Mineira do Cuango, que posee una concesión en la cuenca del río Congo, y de la empresa Teleservice: un consorcio compuesto por Lumanhe, la empresa propiedad de los propios generales, la empresa estatal de diamantes Endiama, e ITM-Mining[141]. Teleservice es una empresa de seguridad privada que vigila las minas de diamantes y las instalaciones de almacenamiento de petróleo en Soyo y Cabinda, financiada por el ex Presidente Dos Santos, que recibió el dinero a través de donaciones a su fundación benéfica personal, Fundaçao Eduardo Dos Santos (FESA)[142].
Ejecutivos de Odebrecht, Dar Al-Handasah, Texaco, la petrolera noruega Norsk Hydro, la empresa israelí de seguridad Long Range Avionics Technologies y varios ejecutivos de Sonangol formaban parte de los consejos de administración de FESA[143]. Hoy en día se están llevando a cabo reformas que impulsan una contratación más transparente. En este contexto, en diciembre de 2021, la empresa de diamantes De Beers anunció públicamente su solicitud para explorar la región nororiental de Angola[144].
Los buscadores de diamantes de sangre[145]
Lo mismo ocurre con el oro. Cada año se exportan ilegalmente al menos tres toneladas del preciado mineral, principalmente a Tanzania y Emiratos Árabes Unidos[146], por lo que el Estado intenta establecer puntos de compra legales en las zonas donde se extrae[147]. Los yacimientos están prácticamente en todas partes: en Buco-Zau, en el municipio de Belice[148], en la provincia meridional de Huila, en Mpopo y en la zona de Chipindo[149]: dos contratos por un total de 10 millones de dólare[150]s. Buco Zau, a unos 120 kilómetros al norte de Cabinda, también es importante para la producción de aceite de palma. En noviembre de 2009 se anunció la construcción de una fábrica para procesar el producto de las plantaciones existentes en la región[151]. Esta fábrica proporcionará a ENI la materia prima para la producción de biocarburantes[152]. La empresa conjunta entre ENI y la compañía estatal Sonangol para el desarrollo del proyecto piloto abarca una superficie de 12.000 hectáreas de palma aceitera[153].
Se trata de tierras recuperadas por la deforestación. El mecanismo del «acaparamiento de tierras», es decir, el acaparamiento temerario de tierras por parte de empresas multinacionales, está muy extendido en toda la región. En la provincia de Cabinda se extiende parte de la selva de Mayombe: el segundo pulmón verde del mundo. Después del Amazonas, el bosque africano es el mayor del planeta, con una superficie de 290.000 hectáreas repartidas en cuatro estados: Congo, Gabón, RD Congo y Angola[154]. En los últimos años, la deforestación incontrolada amenaza con hacerla desaparecer. El problema de las palmeras aceiteras es su gran demanda de agua y nutrientes del suelo: al crecer en lugares cálidos y húmedos, las palmeras restan inevitablemente espacio a las selvas tropicales[155].
Además de la explotación de los trabajadores, en las plantaciones de palma las comunidades locales denuncian la relación directa entre la negación del acceso a la tierra y la extrema pobreza de la población[156]. En Cabinda, esto significa más violencia, violaciones, acoso constante[157]. La historia colonial que ha dejado a África como un mosaico de Estados diseñados para la facilidad administrativa de Occidente más que para los legítimos lazos étnicos, ha generado tensiones separatistas e irredentistas desde el Sáhara Occidental hasta Namibia. Cuando las identidades se hacen complejas y se politizan por las circunstancias, y los «derechos» al territorio y a la gobernanza se difuminan, se crean las bases para el conflicto[158], y Cabinda es un ejemplo de ello: imposible conseguir su independencia, ya es casi imposible luchar para que la guerra termine y la gente tenga la oportunidad de ser tratada humanamente.
Qué hace la comunidad internacional
La producción de aceite de palma mata orangutanes, elefantes y docenas de otras especies animales[159]
La población local no se beneficia de la riqueza natural de la provincia. Las políticas del gobierno angoleño han aumentado el sufrimiento de la población y la incapacidad de gestionar los numerosos recursos de la mejor manera posible. No hay ningún proyecto que mejore la vida y traiga la paz. En Cabinda no hay escuela secundaria ni instituto de formación técnico-profesional[160]. El coste en vidas humanas va mucho más allá de las 500.000 víctimas estimadas de la guerra civil: el 30% de los niños mueren antes de cumplir los cinco años y la esperanza media de vida es de sólo 45 años[161]. La tasa de desempleo es del 88% y la única infraestructura existente data de la época colonial[162].
En la búsqueda de una solución al conflicto, la implicación internacional está totalmente ausente, incluso la de las Naciones Unidas y los organismos panafricanos. Actores de Portugal, Corea del Sur, Gabón, Namibia, la República Democrática del Congo, Estados Unidos e incluso la Iglesia han intentado ofrecer su apoyo a la mediación, pero el gobierno angoleño ha rechazado tales ofertas, ya que siempre ha querido tener el control total[163]. Su remedio es la represión. Es necesario convencer a las partes de que vuelvan a las mesas de negociación para alcanzar un acuerdo mutuamente beneficioso, pero la realidad es que a nadie, especialmente a la industria armamentística mundial, le conviene que esto ocurra. Como suele ocurrir, los intereses económicos se anteponen a cualquier otra consideración.
Por eso escribimos. Para que se sepa. Porque nadie tiene derecho a negar y borrar la historia de un pueblo y una tierra. Un pueblo sin historia es un pueblo sin alma, y para los habitantes de Cabinda, la tierra más rica del planeta, el alma es un lujo que nadie puede permitirse[164].
[1] https://www.ifri.org/fr/publications/etudes-de-lifri/histoire-dune-guerilla-fantome-fronts-de-liberation-de-lenclave-cabinda
[2] https://ojs.library.carleton.ca/index.php/cria/article/view/104/1083 pag. 2
[3] https://lospiegone.com/2020/08/30/ricorda-2010-flec-la-voce-di-cabinda/
[4] https://www.hauniversity.org/en/Angola-Cabinda.shtml
[5] https://africaexpress.corriere.it/2010/09/05/angolagli_indipendentisti_di_c/
[6] https://www.irenees.net/bdf_fiche-analyse-1048_fr.html
[7] https://www.theafricareport.com/223707/angola-cabinda-an-unsolvable-problem/
[8] http://fotoscabinda.blogspot.com/2009/10/cabinda-antiga-2.html
[9] https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000121577 pag. 556
[10] https://www.cambridge.org/core/journals/journal-of-african-history/article/abs/family-strategies-in-nineteenthcentury-cabinda/1F14475C972D2235BA8E9A7A717D9321
[11] http://www.cabinda.org/histoireang.htm
[12] https://www.cambridge.org/core/journals/journal-of-african-history/article/abs/family-strategies-in-nineteenthcentury-cabinda/1F14475C972D2235BA8E9A7A717D9321
[13] Daniel Dos Santos, “Cabinda: The Politics of Oil in Angola’s Enclave,” in AfricanIslands and Enclaves ed. Robin Cohen (Beverly Hills: Sage Publications, 1983), 102
[14] https://ojs.library.carleton.ca/index.php/cria/article/view/104/1083
[15] https://www.irenees.net/bdf_fiche-analyse-1048_fr.html
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[80] SOLDATI DI SVENTURA: LA MINACCIA GLOBALE DELL’INDUSTRIA PRIVATA DELLA MORTE | IBI World Italia
[81] WAGNER GROUP: I FANTASMI DI MORTE SCATENATI DAL CREMLINO | IBI World Italia ; LIBIA: LA LOTTA PER IL PETROLIO | IBI World Italia ; MINSK, DUE ANNI DOPO: IL LUTTO SENZA SPERANZA | IBI World Italia
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