Se paga un viaje como astronauta, construye coches eléctricos, compite con la NASA para conquistar el espacio, quiere conectar los ordenadores directamente a nuestro cerebro, compra Twitter para convertirse en el político más influyente del mundo, y luego se lo piensa mejor porque sus socios se ponen nerviosos y amenazan con retirarse: así es Elon Musk, un fanfarrón multimillonario que se quiere a sí mismo, convencido de que es divertido e irresistible, tan amenazante como la guerra nuclear. Así que hay que entender quién es y qué hace. En cuanto a preguntarse por qué, desgraciadamente, parece que es una categoría que ni siquiera a él le interesa mucho.
La caída del Muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989, fue un acontecimiento seminal en la historia mundial que no sólo marcó la caída del Telón de Acero -y el inicio del colapso del comunismo- sino también el comienzo de la Era de la Globalización, es decir, la progresiva afirmación de ese fenómeno histórico, económico y geopolítico caracterizado por el constante -y aparentemente imparable- crecimiento del intercambio total, cuyo principal efecto es la creciente estandarización económica y cultural de todo el mundo y la progresiva eliminación de quienes defienden el valor de las diferencias.
Desgraciadamente, la Caída del Muro puso fin a una época caracterizada por la primacía de las ideologías hijas de la Primera Revolución Industrial: el pensamiento ilustrado, los ideales burgueses de Locke, Voltaire y Rousseau, los frutos de la lectura social hegeliana, la lectura de Karl Marx sobre el capitalismo y, en consecuencia, sobre la emancipación de los más pobres, y la reacción a la misma, articulada en fenómenos fuertemente nacionalistas y dictatoriales. Hijos de esta nueva época son los grandes empresarios que, como Elon Musk, golpean el imaginario colectivo con el alarde de poder derivado de la gestión de un enorme capital, al margen de la capacidad de generar un pensamiento más amplio.
Por eso nos ocupamos de él: el nuestro es un intento de dar sentido a sus acciones y entender si es verdaderamente innovador o, más bien, el vástago extremo del militarismo medieval. Viéndole hablar, me viene a la mente la famosa frase de Francisco Goya, que también se convirtió en el título de uno de sus famosos cuadros: «El sueño de la razón engendra monstruos»[1]. Lo primero que hay que destacar es la profunda diferencia entre él y Steve Jobs, con quien se suele comparar a Musk. La filosofía de Jobs es que es esencial mantener el hambre, ser rebelde, no perder nunca el poder de la curiosidad (‘stay hungry, stay foolish’[2]). Musk no quiere descubrir nuevas fronteras, sino ganar dinero con las nuevas tecnologías que ya existen. Quiere demostrarnos que también puede ganar dinero con cosas (como la carrera espacial), que hasta ahora sólo han sido un agujero negro de costes sin reembolso[3].
Síndrome de Asperger
La ecologista Greta Thunberg, una de las personas con autismo más famosas del mundo[4]
El 9 de mayo de 2021, Musk dijo en un programa de entrevistas de televisión: «Esta noche pasaré a la historia como la primera persona con síndrome de Asperger[5] en presentar Saturday Night Live. O al menos el primero en admitirlo»[6]. Y añadió: «Cuando hablo, a menudo tengo que añadir ‘lo digo en serio’, porque tengo poca variación en el tono de mi voz, y a menudo no establezco contacto visual con los miembros del reparto. Sé que digo o publico cosas extrañas, pero así es como funciona mi cerebro. Para quien se haya ofendido, sólo quiero decir que he reinventado los coches eléctricos y que enviaré al hombre a Marte. ¿También pensabas que sería un tipo normal y relajado?» [7]. Esta declaración, que podría interpretarse como un elogio de la diversidad, parece un movimiento mediático bastante oportuno[8].
Alrededor del 20% de los Asperger tienen un coeficiente intelectual superior a la media, y el 75% de los Asperger tienen una fijación que se convierte en una pasión y una habilidad profesional[9]. El programa se ha emitido en más de 100 países, desde Australia hasta el Reino Unido, y está teniendo un efecto importante en la percepción pública, especialmente ahora que Musk se enfrenta a cargos penales en su contra en relación con la privatización de la industria automovilística de Tesla[10]. Una estrategia mediática antipolítica y oficialmente rebelde, que se concreta en sus ataques contra «todos y todo, desde Donald Trump y Bernie Sanders, pasando por funcionarios individuales, hasta la normativa Covid, los sindicatos e incluso el uso de pronombres»[11]. A la hora de la verdad, ha apoyado a Trump[12], a quien le gustaría devolver el derecho a hablar en Twitter[13]; tiene posturas conspirativas y negacionistas sobre la pandemia, y cultiva vínculos con gente como Peter Thiel y sectas tecnológicas como QAnon, para luego contradecirse y declarar que «los extremadamente ricos pagan la derecha»[14], y esto después de proclamarse «socialmente liberal y fiscalmente conservador»[15].
Lo que surge es un retrato de un bocazas muy arrogante, constantemente asertivo, y persiguiendo apoyos baratos, vendiendo eslóganes sin contenido sobre la salvación de la humanidad, buenos sólo para crear un efímero consenso electoral – como cuando, en 2018, se describió a sí mismo como un «anarquista utópico del tipo descrito por Iain Banks[16], el autor escocés de ciencia ficción escribió sobre una civilización espacial anarco-socialista llamada Cultura, que no tiene dinero, ni pobreza, ni trabajo asalariado, ni policía, ni prisiones, ni ejército permanente, pero que tiene una abundancia casi infinita de productos de primera necesidad[17].
A la hora de los hechos, Musk ha donado a ambos partidos: 542.000 dólares a los demócratas y 574.500 dólares a los republicanos[18]. «Muchos de los políticos a los que ha donado han sido legisladores estatales de California, donde Tesla tenía su sede anteriormente, y de Texas, donde SpaceX mantiene desde hace tiempo instalaciones de lanzamiento y pruebas de cohetes»[19]. «SpaceX gastó unos 9,7 millones de dólares en lobbies, mientras que Tesla gastó 5,5 millones», señalando que la primera empresa gana dinero con los contratos gubernamentales[20]. Si Musk invoca ahora el derecho a la libertad de pensamiento, aceptará que, citando al político italiano Giulio Andreotti, parece justo comentar que «pensar mal es un pecado, pero muchas veces se tiene razón».
Space X: estrategias y perspectivas
Cuando promete llevar al hombre a Marte, Musk está hablando de su empresa SpaceX[21] que, según la ONG Sunlight Foundation, es sobre todo una enorme operación de lobby[22]. Una operación que comenzó en mayo de 2012, cuando SpaceX, diez años después de su fundación, puso en órbita una cápsula de carga Dragon, demostrando que estaba preparada para entregar carga a la Estación Espacial Internacional[23]. Para ello, gastó más de 4 millones de dólares en convencer a los políticos de que sus cohetes son más baratos y eficaces que el transbordador espacial del gobierno[24]. La estrategia es clara: los únicos clientes posibles de Musk son los organismos estatales y el ejército, así que es a ellos a quienes tiene que convencer. Del mismo modo, sus coches Tesla se venden sobre todo gracias a fuertes exenciones fiscales, y sus proyectos de SolarCity necesitan licencias de los gobiernos locales[25]. Desde luego, Musk no es partidario de la primacía de la política (todo lo contrario), y trata a los políticos como lacayos dispuestos a hacer cualquier cosa por cualquier cantidad de dinero, como escribió Mark Twain hace casi dos siglos[26].
El dinero que gasta en grupos de presión oculta el hecho de que Musk, a pesar de su exhibición pública, no tiene suficiente dinero para convertir sus proyectos en éxitos comerciales en el marco de la libre competencia industrial, y después de todo, industrias como Boeing pagan aún más para mantener a los políticos de buen humor[27]. De ahí su interés por el activismo político y el populismo: para ahorrar dinero. Como cuando se unió a FWD.us[28], el grupo de Silicon Valley, del que luego salió en 2013, que presionaba para que hubiera más inmigración en Estados Unidos, un lobby que Musk pensó que podría explotar en su propio beneficio, y estaba muy equivocado[29]. Llegados a este punto, dadas las evidencias, lo único que queda es forjar un gran grupo de sus propios grupos de presión.
SpaceX, de Elon Musk, consiguió su primer contrato solo después de ganar una demanda civil contra el Pentágono, gracias a la cual obtuvo una copia de los contratos espaciales militares y destapó las decenas de miles de millones de dólares de gasto militar innecesario pagados a ULA United Launch Alliance (una colaboración entre Boeing y Lockheed Martin), que por 106 lanzamientos obtuvo 350 millones de dólares por cohete, frente a la oferta de SpaceX de 100 millones de dólares por lanzamiento. Hasta 2030, el gasto presupuestado era de 80.000 millones de dólares, que se ha reducido drásticamente desde que Musk empezó a conseguir contratos para al menos 36 lanzamientos en 2013[30]. ULA está ahora bajo investigación y tiene que despedir al 25% de su plantilla[31].
Todo ello con un Musk en los inicios de su experiencia, por lo que los críticos temen el poder que podría alcanzar si realmente compra Twitter[32]: Elon Musk «está abriendo una especie de nuevo campo de batalla en las guerras tecnológicas de Washington», nuevo en el sentido de que «hasta ahora ha sido una batalla de baja intensidad, pero la adquisición de Twitter por parte de Musk transformará el papel de Twitter en una herramienta política de gran confrontación»[33]. Y de nuevo: «Las redes sociales, y Twitter en particular, tienden a dominar los debates políticos. Pero es un arma de doble filo: pronto ‘Musk descubrirá que la mala leche sobre SpaceX y Tesla será ahora sobre Twitter. Esto no es necesariamente malo y se puede utilizar en beneficio propio, pero hay que ser consciente de esta dinámica»[34]. Para obviar las posibles consecuencias negativas, Musk tiene ahora suficiente dinero para poder contratar a políticos influyentes en su empresa, apartándolos a menudo de ULA[35].
En principio, y según la declaración oficial de Musk, su red de satélites sólo debe servir para permitir la comunicación global y el libre acceso a Internet para todos y en todas partes, con el fin de fomentar la libertad de expresión sin censura. Su red constará de miles de satélites miniaturizados que cooperarán con transceptores terrestres y, entre otras cosas, serán utilizados por SpaceX con fines exploratorios, científicos y militares: el coste total, en un periodo de diez años, se ha estimado en unos 10.000 millones de dólares[36]. Para obtener la exclusividad, Musk está presionando a la Comisión Federal de Comunicaciones para que rechace una oferta de Dell Technologies y Dish Network, que quieren ofrecer un servicio inalámbrico 5G gracias a los satélites Starlink[37].
Relaciones con Peter Thiel, QAnon y la ‘mafia de PayPal’
Elon Musk y Peter Thiel[38]
QAnon, visto en la superficie, es una especie de nueva religión conspirativa que circula en Estados Unidos desde octubre de 2017 en la web 4chan, según la cual existe un mítico Estado profundo globalizado, organizado en una ficticia red mundial, formada por celebridades de Hollywood, multimillonarios y políticos demócratas dedicados a la pederastia y al satanismo, contra el que Donald Trump ha liderado una especie de cruzada, destinada a desenmascarar sus tramas ocultistas, para establecer un misterioso Nuevo Orden Mundial[39]. Apoyada en la imaginería bíblica apocalíptica, empujando la vena antiestatista de muchos estadounidenses, la teoría ha encontrado una amplia adhesión entre los votantes republicanos de mayor edad, los extremistas de derecha y los exponentes de los movimientos espirituales de la Nueva Era, produciendo un sistema articulado de noticias falsas en relación con las figuras políticas Barack Obama y Hillary Clinton – que se contrasta con Trump como el salvador espiritual de la patria[40].
Los seguidores de QAnon se han extendido por casi todo el mundo, en América Latina y Europa, y han aprovechado la oportunidad que ofrece la pandemia para atraer a los conspiranoicos del No-Vax y a locos varios: un hecho que en octubre de 2020 hizo necesaria la eliminación de Facebook e Instagram de todas las cuentas, grupos y perfiles asociados a él. Esto no ha debilitado a la secta: algunos de sus exponentes de perfil más público participaron en el asedio al Capitolio durante la sesión de ratificación de la elección de Joe Biden como presidente. Muchos observadores temen que, con la toma de posesión de Twitter por parte de Elon Musk, el exilio de las redes sociales de los No-Vax, los adoradores de QAnon, los neonazis y Donald Trump pueda llegar a su fin[41]. Ya ahora, en Twitter, Musk es visto como el campeón de los conspiranoicos, junto con Vladimir Putin[42].
Recientemente, QAnon ha creado la criptodivisa The Trump coin, que se presenta como la moneda que en un futuro próximo e indefinido sustituirá al Bitcoin[43]. Según QAnon, Musk también está preparando su propia criptodivisa alternativa, llamada BitVex[44]. Una mentira. BitVex no está vinculada a QAnon ni a Musk, aunque muchos de sus clientes son No-Vax, apoyados abiertamente por el multimillonario sudafricano[45]. Si uno busca un referente ideal para Musk, entonces sólo hay un nombre creíble, y es Peter Thiel[46]. Thiel, nacido el 11 de octubre de 1967 en Fráncfort, licenciado en filosofía y luego en derecho por la Universidad de Stanford[47], uno de los pocos multimillonarios que se ha declarado abiertamente gay[48], es considerado el ideólogo de la Nueva Derecha estadounidense (es decir, del llamado trumpismo más allá de Trump) [49]. Dos nuevos fascistas de éxito compiten abiertamente entre sí: «Una fuente que ha hablado con ambos afirma que Musk piensa que Thiel es «un sociópata» y Thiel considera a Musk «un fraude». Musk y Thiel, aunque colaboran, son fundamentalmente opuestos: Musk es un extrovertido y excéntrico que toma riesgos, mientras que Thiel es un introvertido cauteloso»[50].
Thiel, activo partidario y donante de Trump, es conocido como la ‘eminencia gris de Silicon Valley’ (es decir, el pivote entre el poder tecnológico y el político), y entre sus principales seguidores se encuentra Jack Dorsey, uno de los fundadores de Twitter[51], que decidió dejar a su criatura cuando se vio obligado a prohibir el acceso del expresidente a su propia red social[52] tras el ataque en el Capitolio[53]. Quizá la idea de comprar Twitter y expresar posiciones cada vez más radicales provenga de la influencia ejercida sobre él por Thiel[54], partidario de una revolución antidemocrática motivada por su convicción de que «el establishment y la globalización han fracasado, que las actuales políticas de inmigración despojan a la clase media y que el país debe desmantelar las instituciones federales»[55].
En la raíz de todo ello se encuentra un rechazo a los fundamentos del espíritu estadounidense: «un proyecto para invertir el impulso del progreso, al menos en la forma en que los liberales lo interpretan», acusado de permitir que los gigantes digitales limiten la libertad de expresión de la extrema derecha, propugnado además por un hombre que forma parte del consejo de Meta (el Facebook ruso) y que aconsejó en broma a Musk que comprara Coca-Cola para ponerle cocaína[56]. Un hombre que ha sido la inspiración de todos los miembros de la llamada Mafia de PayPal, es decir, ese grupo de emprendedores (como Musk), que primero trabajaron para PayPal, y luego se independizaron y fundaron imperios industriales y financieros como Tesla Motors, LinkedIn, SpaceX, YouTube, Yelm, etcétera[57]. PayPal se fundó en 1998 para ofrecer una alternativa electrónica a las formas de pago analógicas. Fue una revolución que marcó una época: en 1999, Confinity lanzó PayPal como servicio de transferencia de dinero; en marzo de 2000, Confinity se fusionó con el banco online fundado por Musk (X.com), que pasó a llamarse PayPal y al año siguiente cotizó en la Bolsa de Nueva York a 13 dólares por acción[58].
Back row from left: Jawed Karim, co-founder Youtube; Jeremy Stoppelman CEO Yelp; Andrew McCormack, managing partner Laiola Restaurant; Premal Shah, CEO of Kiva; 2nd row from left: Luke Nosek, managing partner Founders Fund; Kenny Howery, managing partner Founders Fund; David Sacks, CEO Geni and Room 9 Entertainment; Peter Thiel, CEO Clarium Capital and Founders Fund; Keith Rabois, VP BIz Dev at Slide and Youtube Investor; Reid Hoffman, Founder Linkedin; Max Levchin, CEO Slide; Roelof Botha, partner Sequoia Capital; Russel Simmons, co-founder of Yelp[59]: the famous PayPal Mafia picture[60]
Cuando, en el verano de 2002, PayPal fue adquirida por eBay (con una valoración de 23 dólares por acción, por valor de 1.500 millones de dólares), se desató el caos: todos los técnicos y directivos de PayPal renunciaron, porque no querían trabajar para un amo[61]. Los 24 ejecutivos que se fueron se llaman ahora la Mafia de PayPal, porque siguen colaborando en secreto y de vez en cuando se hacen una foto en un pub inglés con gángsters[62]. Seis de ellos (Peter Thiel, Elon Musk, Reid Hoffman, Luke Nosek, Ken Howery y Keith Rabois) se han convertido en multimillonarios[63]: Jawed Karim diseñó el sistema antifraude en tiempo real de PayPal y luego fundó, junto con los ingenieros de PayPal Chad Hurley y Steve Chen, el sitio YouTube, abandonado por Chen para convertirse en el primer empleado de Facebook; Jeremy Stoppelman se incorporó como ingeniero y se convirtió en vicepresidente de Ingeniería. Después se incorporó a eBay y fundó el sitio de reseñas en línea Yelp en 2004; David Sacks es el más ecléctico: se fue a Hollywood y produjo y financió la película «Thank You for Smoking», luego fundó el sitio Geni.com y concibió Yammer, adquirida más tarde por Microsoft por 1.200 millones. Ahora Sacks es vicepresidente de Microsoft Office.
Peter Thiel, artífice del éxito de PayPal con su Confinity, fundó en 2003 Palantir y luego, en 2005, Founders Fund, la empresa de capital riesgo que invirtió en SpaceX, Airbnb, Facebook, Yelp y LinkedIn; Reid Hoffman, después de PayPal, invirtió en Facebook, Zynga, Flickr, Digg, Care.com, Last.fm. y muchas otras empresas de éxito; Luke Nosek cofundó Thiel Founders Fund; Ken Howery, se unió a Thiel como vicepresidente de capital privado Clarium Capital y cofundó Popexpert, una plataforma de aprendizaje en línea; Keit Rabois pasó a LinkedIn, luego a Slide y a la empresa de pagos electrónicos Square; Max Levchin fundó Slide y luego HVF. Ha sido presidente de Yelp desde 2004, en 2015 se convirtió en CEO de Affirm y de Glow, una app de monitorización de la fertilidad que ayuda a las personas a mejorar sus posibilidades de concepción; Roelof Botha, tras negociar la venta de PayPal, se unió al gigante del capital riesgo Sequoia Capital como socio, donde ha permanecido desde entonces; Russel Simmons fundó Yelp con Jeremy Stoppelman y, en 2012, lanzó Learnirvana, un tutor web para aprender idiomas extranjeros.
El usuario de Twitter Elon Musk…
The future is now[64]
Este grupo de amigos constituye una gran novedad en el escenario de la política, la industria y las finanzas mundiales. Se acabaron los grupos secretos como la masonería o los que se hacen pasar por asociaciones como la Comisión Trilateral o el Grupo Bilderberger. Ni partidos políticos, ni holding común, ni asociación de industriales: sólo un grupo de amigos con un ideólogo (Peter Thiel) y un formidable patrimonio común, construido a base de apoyarse mutuamente, al que se añade un proyecto político global absolutamente evidente, que seduce por el éxito personal de quienes lo proponen, y neo-neón por las eventuales soluciones a los problemas de la comunidad – es la última frontera del individualismo, que sugiere, a quienes no forman parte de él, la tibia satisfacción de poder adorar a sus ídolos y disfrutar de una libertad aparente casi ilimitada.
Este grupo de poder no necesita al Quinto Poder (la prensa), porque las redes sociales han ocupado su lugar y, la eventual compra de Twitter, proporcionaría a Musk un poder inmenso y, de hecho, supranacional y global. En el momento de escribir estas líneas, no es en absoluto seguro que la compra se vaya a producir, ni que pueda haber sorpresas[65]. En cualquier caso, Musk, Thiel y los demás saben cómo utilizar esta herramienta: a lo largo de los años, con sus tuits, Elon Musk ha atacado a quienes se interponían en su camino, se ha burlado de los famosos, ha ridiculizado sus estrategias[66], ha hecho subir o bajar el valor de ciertos activos, ha desencadenado demandas e incluso ha iniciado debates políticos sobre leyes: todo ello le ha dado tal popularidad que ahora es uno de los usuarios más seguidos.
El multimillonario sudafricano no sólo influyó en los precios de varias criptodivisas con sus tuits, sino que también utilizó la plataforma para cambiar el precio de las acciones de su empresa por excelencia: en 2018 se metió en problemas con la Comisión del Mercado de Valores -que le acusó de fraude, le impuso una multa de 40 millones de dólares y le ordenó que no volviera a tuitear información sobre la compañía sin obtener antes la aprobación de los abogados de la empresa[67] – por tuitear que estaba considerando privatizar Tesla, lo que provocó una subida en el precio de la acción[68]. El juez concluyó que Musk hizo declaraciones falsas a sabiendas[69] para obtener un beneficio financiero ilícito[70].
Cuando Musk decide hacer una oferta para comprar Twitter, no habla de lo mucho que puede ganar con ello, sino de «democratización», y deja claro que cuentas como la de Donald Trump serán readmitidas y, por tanto, la producción de campañas de propaganda basadas en declaraciones falsas será considerada como una expresión de la libertad de pensamiento. En cuanto a la facturación, Thiel y Musk comparten la misma opinión: los ingresos de Twitter proceden de la publicidad y la venta de datos personales, un negocio tacaño[71]: «De momento, Twitter no es rentable. Para evaluarlo, tenemos que fijarnos en la relación precio/ventas, que es de 7,3x -lo que significa que un inversor paga 7,3 dólares por cada dólar de ventas»[72]. ¿Perspectivas de futuro? No es brillante: «Aunque Twitter registró un crecimiento de los ingresos del 36% en 2021, «sólo» alcanzó los 5.080 millones de dólares y casi todos ellos procedieron de la publicidad (89%). Son muchos huevos en la misma cesta, con los tipos de interés al alza y una posible recesión que se cierne sobre la publicidad»[73]. Una cesta para la que Musk ha pedido prestados 46.500 millones de dólares, o el 900% de la facturación de Twitter[74]. ¿Por qué lo hace?
El aspirante a dueño de Twitter, Elon Musk
Elon Musk (izquierda) y el príncipe saudí Al Waleed: socios en Tesla, adversarios en Twitter[75]
El 13 de mayo de 2022, Musk anunció que había cambiado de opinión y que ya no compraría[76]. El anuncio hizo que las acciones de Twitter se desplomaran «hasta un 20% en la fase previa a la comercialización»[77]: Según los abogados de Twitter, esto es ilegal: «¡El departamento legal de Twitter acaba de llamar para quejarse de que he violado su acuerdo de no divulgación al revelar que el tamaño de la muestra de la comprobación de cuentas falsas es de 100!» [78]. Pero se trata de escaramuzas entre tiburones financieros; a nosotros nos interesa más analizar el sentido de la operación, si se produce o no, y para ello necesitamos entender Twitter.
Primera consideración: a pesar de las afirmaciones de Musk, Twitter no es un mercado digital. A diferencia de otras plataformas, privilegia el intercambio de información por encima de la comunidad, convirtiéndose en un espacio para millones de ciudadanos que gritan, pero no en una plaza pública donde la gente se reúne y discute[79]. En 2017, un estudio reveló que el género femenino es insultado cada 30 segundos[80], especialmente las mujeres negras[81]. Otra peculiaridad de Twitter es la facilidad con la que crea noticias falsas para difundir desinformación[82].
Segunda consideración: los argumentos demagógicos de Elon Musk a favor de la libertad de expresión no resuelven la cuestión fundamental… ¿Libertad de expresión para quién? ¿Quién decide lo que es aceptable y lo que no? En el sitio web de Twitter se lee: «En octubre de 2018, publicamos el primer archivo público y completo de datos sobre operaciones de información patrocinadas por el Estado. Desde entonces, hemos compartido 37 conjuntos de datos sobre campañas de manipulación de plataformas atribuidas de 17 países, con más de 200 millones de Tweets y nueve terabytes de medios»[83]. A finales de diciembre de 2021, había un total de 3465 cuentas de Twitter eliminadas permanentemente en seis países (México, China, Rusia, Tanzania, Uganda y Venezuela) [84].
Tercera consideración. Si uno toma las afirmaciones de Musk al pie de la letra, una de sus ideas es compartir los algoritmos de las redes sociales con el público, haciendo creer a la gente que la publicación de trivialidades sin control es comunicación y representa la realidad de la mayoría de la humanidad. Una mentira: repetidas investigaciones demuestran que los algoritmos de Twitter amplifican los tuits reaccionarios y violentos, así como los que afirman la existencia de conspiraciones. No es el algoritmo el que decide, sino el ser humano que lo dirige. Por eso son preocupantes declaraciones como las realizadas por Musk el 14 de abril de 2022: «Creo que [Twitter, ed] tiene el potencial de ser la plataforma para la libertad de expresión en todo el mundo, y creo que la libertad de expresión es un imperativo social para una democracia que funcione. Ahora me doy cuenta de que, en su forma actual, la empresa no podrá prosperar ni cumplir este imperativo social»[85]. Nos explicamos: la declaración contradictoria tiene en cuenta el hecho de que Musk, al mismo tiempo, quiere complacer a los supremacistas blancos estadounidenses, a los nacionalistas rusos, pero también a los socios que ponen su dinero en Tesla, es decir, el príncipe saudí al-Waleed bin Talal al Saud y otros dignatarios árabes, que consideran la libertad de expresión y el supremacismo blanco como el diablo[86]. Uno se pregunta si, en el repentino replanteamiento de la compra de Twitter, no está la constatación de que han cometido un grave error político.
Neuralink
La idea detrás de Neuralink[87]
Pero Elon Musk no tiene tiempo para lidiar con los efectos de sus propios errores. Unas horas más tarde, ya está ocupado en otro frente: el de Neuralink, el proyecto para conectar el cerebro directamente al ordenador, con el fin de manejar la maquinaria con el pensamiento y recibir datos directamente en la mente, sin tener que leerlos. Un proyecto que, sin duda, tiene implicaciones positivas: «lo que pueda ocurrir en los próximos años aún no lo podemos predecir. Pero yo diría que estamos empezando a ver aspectos muy positivos. Pensemos en lo que podría ser la rehabilitación del mañana, cuando podamos disponer de dispositivos capaces de compensar importantes déficits neurológicos. Los primeros resultados están ya ante nuestros ojos: existen interfaces entre el cerebro y el ordenador que permiten a las personas que han perdido el uso de sus extremidades, por ejemplo, controlar el encendido de la luz de una casa, mover una silla de ruedas o incluso permitir hablar a quienes han perdido el uso de la voz»[88].
Sin embargo, los límites morales de este proyecto son aterradores: «El uso de estas tecnologías tendrá que ser supervisado con mucho cuidado. Estamos hablando de la fusión de la carne y la electrónica, una fusión que podría estar mucho más cerca y ser más completa de lo que podemos prever. Hay áreas cerebrales relacionadas con importantes funciones emocionales y cognitivas, y especialmente con el control de la voluntad. La ciencia ficción nos ha acostumbrado a ello en cierta medida. Pongamos un ejemplo concreto: el ordenador envía señales al cerebro. ¿Sabrá el sujeto que son impulsos del exterior, o los percibirá como procedentes de él?» [89].
De este modo, resulta difícil distinguir entre uno mismo y la máquina, una versión aún más extrema de la adicción que ya tienen muchas personas a los videojuegos: «Una vez conectados a un ordenador, podemos no entender si somos nosotros los que estamos pensando algo o si ese algo ha sido inducido en nosotros por la máquina. Estamos en un campo muy complejo, porque de hecho algunas investigaciones nos dicen que a veces ni siquiera somos conscientes de las decisiones que toma nuestro propio cerebro»[90]. Y aquí estamos de nuevo en el punto central: si es una sola persona, Elon Musk, la que decide lo que «piensa» un ordenador conectado a nuestro cerebro, ¿no es legítimo pensar que el cerebro humano, al igual que ocurre con los videojuegos, no empiece a vivir a la velocidad y las reglas del ordenador al que está conectado? [91]
Este proyecto neuro-tecnológico de ciencia ficción se llama Neuralink, y es una empresa fundada en San Francisco en 2016[92] que se centra en el desarrollo de interfaces neuronales implantables[93]. Su equipo, según Elon Musk, tiene previsto desarrollar para finales de este año un dispositivo que se implantará en el cerebro para ayudar a personas con determinadas lesiones cerebrales, como las causadas por un ictus[94]. Esta interfaz dará al cerebro la capacidad de conectarse de forma inalámbrica con la nube, con los ordenadores y con otros cerebros que tengan la interfaz en cuestión, creando un flujo de información entre el cerebro individual y el mundo exterior que se percibe como sus propios pensamientos[95]. Al menos, Musk admite que esta tecnología convierte a las personas en ciborgs[96].
El proyecto prevé un implante cerebral para todo el mundo dentro de diez años: a quienes le preguntan cómo se establecerán los datos interactivos y quién los gestionará, responde con evasivas: «depende de los tiempos de aprobación reglamentaria y de lo bien que funcionen nuestros dispositivos en personas con discapacidad»[97]. Para preparar los implantes, Musk ha contratado a muchos neurocientíficos famosos[98]. Hasta julio de 2019, Neuralink ha recibido 158 millones de dólares de financiación (dos tercios de los cuales fueron pagados por Musk) y ha empleado a 90 personas[99], anunciando el inicio de los ensayos en humanos en 2020[100]. El último tercio del dinero procede del Pentágono, que lleva años financiando los intentos de robotizar a sus soldados[101]. Pero las cosas no van bien, parece que el implante Neuralink mató a los macacos con los que se probó[102].
Tesla
Tesla Model-S[103]
Tesla, el coche eléctrico para todos, es el proyecto que ha hecho famoso a Elon Musk más que ningún otro, contribuyendo a proporcionarle una especie de investidura pública como salvador de la humanidad. El grado de adecuación es muy discutible: lo que sí es cierto es que, tras el mito del coche eléctrico, se esconde una profunda reordenación de los equilibrios mundiales: se acabó la mano blanda con los países árabes, los nuevos gigantes son India y China. Dejemos de lado la disputa sobre la fiabilidad del vehículo mecánico de Tesla y su sistema de guiado Autopilot[104], así como el sistema Boombox[105]: teóricamente hacen que el coche se conduzca solo, pero en el momento de peligro el humano debería ser tan rápido de reflejos como para prever el peligro con segundos de antelación para cambiar de automático a manual.
Centrémonos en los problemas más graves y perjudiciales para el medio ambiente: la imposibilidad de eliminar las baterías de litio usadas, los incendios en caso de sobrecalentamiento, la asunción de nuevas inversiones en energía nuclear y el tendido de nuevas redes eléctricas en continentes enteros para poder ofrecer a los usuarios la cantidad oceánica de electricidad que necesitan[106], algo inviable en la actualidad, tanto por su coste como por los efectos de los enormes campos electromagnéticos que conlleva. Ya las baterías de litio hacen que los demás vehículos que utiliza la humanidad hoy en día parezcan objetos inofensivos[107]: las baterías son como el uranio enriquecido, contaminan para la eternidad, a veces se incendian espontáneamente, explotan, y son contaminantes incluso cuando funcionan bien[108] y aunque aún no hayan sido montadas y estén en algún almacén[109].
No se trata de rumores, sino de hechos, pues Tesla ya ha sufrido graves accidentes. El 31 de julio de 2021, una batería se incendió, destruyendo una fábrica y creando una nube tóxica en la zona urbana de Melbourne[110]. El 28 de septiembre de 2019, una fábrica en Nevada estalló debido a la explosión de una batería de litio experimental[111], en un verano en el que hubo varios incendios en fábricas de baterías en China[112]. El 20 de octubre de 2020, en Oregón, la batería de un Tesla Model 3 explotó debido a un accidente de conducción[113] y quemó todo un edificio[114]: «si se produce un defecto, puede haber consecuencias graves. La batería se quema y puede explotar. Se pueden liberar gases tóxicos que pueden ser mortales. Los incendios provocados por las baterías de iones de litio se combaten con dificultad y el fuego se propaga rápidamente. A menudo, los bomberos no tienen más remedio que proteger a sus vecinos[115].
Podemos esperar que se produzcan baterías más seguras, pero mientras tanto, los Teslas son una trampa mortal: «El Departamento de Bomberos de Nashua declaró que «los equipos de bomberos estuvieron en el lugar durante mucho tiempo para completar la extinción»[116]. También merece atención el hecho de que «el Tesla Model S volvió a incendiarse seis días después de que se extinguiera el primer incendio». como admite la propia Tesla: «extinguir una batería quemada puede llevar hasta 24 horas. Debido a la posible reignición del fuego, después de que un Model S se haya visto envuelto en un incidente de inmersión en agua, incendio o colisión que haya comprometido la batería de alto voltaje, deje el vehículo en una zona abierta a un mínimo de 15 m de cualquier peligro»[117]. Piensa en lo que ocurrirá con el primer incidente de este tipo en un aparcamiento subterráneo de un centro comercial, sobre todo teniendo en cuenta que el incendio de una batería de iones de litio no propaga inmediatamente las llamas y es silencioso, por lo que es probable que el incendio de un coche se extienda a muchos otros antes de que nadie se dé cuenta de lo que está ocurriendo[118]: «Durante el incendio de un vehículo eléctrico se generan más de 100 productos químicos orgánicos, entre los que se encuentran algunos gases increíblemente tóxicos como el monóxido de carbono y el cianuro de hidrógeno, ambos mortales para el ser humano»[119].
En resumen: Elon Musk es un tiburón de éxito, y eso le hace popular. Ha conseguido hacerse muy rico vendiendo productos perjudiciales para el medio ambiente como si fueran ecológicos, misiles caros como si fueran baratos, proyectos para convertir a los humanos en robots como si lucharan por la libertad de expresión. No hace falta molestar a George Orwell: Musk no quiere convertirse en el Gran Hermano, sino en la máquina pensante secreta que lo engendró y controla.
[1] https://www.arteworld.it/sonno-ragione-genera-mostri-goya-analisi-completa-dellincisione/
[2] https://www.youtube.com/watch?v=InBp9qp_B38
[3] https://www.glistatigenerali.com/innovazione_occupazione/insostenibile-irrequietezza-musk/ ; https://www.glistatigenerali.com/imprenditori_trasporti/elon-musk-e-il-sogno-della-conquista-di-marte/
[4] https://www.fr.de/ratgeber/gesundheit/asperger-syndrom-daran-erkennen-sie-form-autismus-zr-12753483.html
[5] https://www.independent.co.uk/news/world/americas/us-politics/elon-musk-bernie-sanders-twitter-b1957625.html
[6] https://www.repubblica.it/esteri/2021/05/09/news/elon_musk_asperger-300167922/
[7] https://www.repubblica.it/esteri/2021/05/09/news/elon_musk_asperger-300167922/
[8] https://www.grupposandonato.it/news/2022/aprile/disabilita-intellettiva-autismo-cause-sintomi-differenze
[9] http://www.centropermano.it/asperger-aspie/
[10] https://www.independent.co.uk/news/world/americas/us-politics/elon-musk-politics-republican-vote-b2082287.html
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[73] https://simplywall.st/stocks/us/media/nyse-twtr/twitter/news/by-numbers-musk-isnt-buying-twitter-inc-nysetwtr-for-its-ear?blueprint=1986368&utm_source=yahoo&utm_medium=finance_user&utm_campaign=integrated-pitch
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[113] https://www.newsauto.it/notizie/incidente-auto-elettrica-tesla-esplosione-batteria-abitazione-incendio-2020-291395/
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[115] https://www.tesla.com/sites/default/files/downloads/2016_Model_S_Emergency_Response_Guide_it.pdf pag.22
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