VIKTOR ORBÁN, UNA ESPINA EN EL CORAZÓN DE EUROPA

Por IBI World Alemania el 4 mayo 2022 / Dossier Los retos de la Unión Europea, Geopolítica, IBI World Alemania / Escribir un comentario

En el centro de Europa Central se encuentra una pequeña nación de grandes tradiciones: incluso cuando formaba parte del imperio de los Habsburgo, Hungría ha mantenido una lengua y una cultura antiguas, el orgullo de sus tradiciones militares y un escepticismo congénito frente a todas las grandes potencias que la rodean, desde Alemania hasta la Unión Soviética en los años de la Guerra Fría, desde la Unión Europea hasta Rusia en la actualidad. Su pertenencia a la federación europea es fruto del más puro oportunismo, y está constantemente cuestionada, tanto por la política como por el estado de ánimo de la gente. Sin embargo, ni la OTAN ni Bruselas pueden renunciar a una zona estratégica como Hungría, al igual que ocurre con Turquía. Así, el gobierno local puede permitirse el lujo de abrogar la democracia y seguir ganando las elecciones.

La guerra en Ucrania no ha cambiado nada, sino todo lo contrario. El 3 de abril de 2022, Hungría votó para renovar su Parlamento y, en contra de las esperanzas de muchos europeos, Viktor Orbán volvió a ganar. Como siempre en estos casos, los observadores internacionales más miopes intentan en vano explicar cómo pudo ocurrir. ¿Por qué la población acepta la reducción del espacio democrático, sin represión? ¿Cuáles son las características ganadoras de la línea política abiertamente antidemocrática adoptada por Orbán? No sólo está en juego Hungría, sino la quimera democrática del siglo XX, que ha llegado a su fin en esta primera parte del siglo XXI.

La línea política de Viktor Orbán

Los resultados de las elecciones parlamentarias en Hungría^[1]

El Partido Demócrata Cristiano de Viktor Orbán (Fidesz-KDNP) obtuvo su cuarto mandato con una victoria aplastante sobre la oposición conjunta de seis partidos (que reunía a casi todos los partidos, desde la izquierda hasta la derecha populista), con una participación del 69,54%[2], ligeramente inferior a la de hace cuatro años[3]. La derrota de la oposición proeuropea fue aplastante: Fidesz obtuvo el 53,10% de las preferencias (2,8 millones de votos) frente al 35,04% (1,8 millones de votos) de la coalición Alianza Unidos por Hungría y el 6,2% (0,3 millones de votos) del partido de extrema derecha Jobbik (JobbikMagyarországértMozgalom): fascista[4], neonazi[5] y antisemita[6]. En términos de escaños, el partido gobernante obtuvo 135, frente a los 56 de Alianza Unida por Hungría y los 7 de Jobbik[7]. Esto significa que, en comparación con las elecciones de 2018, en las que Fidesz había obtenido 133 escaños, Orbán se ha reforzado[8] .

A los perdedores les amarga el hecho de que, en teoría, la alta participación debería haber favorecido a los partidos de la oposición, incapaces de arrancar el consenso de las zonas rurales: el voto de 2018 ya había penalizado al Partido Socialista Húngaro y también a Jobbik, a pesar de que habían abandonado el euroescepticismo[9] y cierto populismo[10], y confiaban en la esperanza de convencer a los húngaros que habían emigrado al extranjero para que volvieran a casa[11] . Esta vez todos los partidos se aliaron contra Orbán, y las cosas fueron aún peor: porque ganó el que convenció al pueblo de que sabía gobernar, incluso después de la involución del Fidesz. Mientras que a finales de los años 80 el partido mantenía posiciones liberales y estaba a favor de la integración europea, tras las primeras elecciones en la Hungría poscomunista el partido abrazó una deriva nacionalista y antiliberal, y esto funcionó. Los húngaros aceptaron una ley mordaza contra la prensa libre y una ley que abolía el sufragio universal para las minorías étnicas[12].

La mayoría de dos tercios que Orbán disfrutó durante años le permitió anular la independencia del banco central (MagyarNemzeti Bank), fusionándola con la autoridad del gobierno para controlar los mercados financieros[13]. Luego introdujo el nombramiento político sistemático de los jueces[14]. La Comisaria Europea Viviane Reding advirtió: «Algunos aspectos de estas reformas plantean serias dudas sobre el derecho en la Unión Europea”[15]. El portavoz de la Comisión Europea, AmadeuAltafaj, coincidiendo con las preocupaciones expresadas por el FMI, reiteró: «El objetivo común europeo de vigilar la estabilidad de los precios está mejor servido por un banco central independiente, no por una institución supeditada al poder político»[16].

Según Eötvös (Academia Húngara de Ciencias), la situación húngara es común a la de todos los países de Europa Central y Oriental y es consecuencia del pequeño tamaño de sus economías y de su fuerte exposición a las tensiones políticas y sociales internas, que la adhesión a la Unión Europea ha acentuado[17]. La adhesión no es ideal, sino pragmática: la UE significa una moneda fuerte, un mayor poder adquisitivo en los mercados exteriores[18] y, para los países fuertes, una zona con menores costes de producción (y de mano de obra), todo ello en un contexto geopolítico en el que Estados Unidos se ha complacido en ampliar las fronteras de la OTAN: los frutos de este expansionismo están ahora ante nuestros ojos, tanto en lo que se refiere a la contaminación del sistema bancario europeo por los derivados, como a la estabilidad y el mantenimiento de la paz[19].

La actitud cambiante y oportunista de los gobiernos del Este, y sus claras tentaciones antidemocráticas, llevaron a la UE a introducir en 1999 una medida de salvaguarda en el artículo 7 del actual Tratado Europeo[20] que niega a sus ciudadanos (salvo en caso de golpe militar) la posibilidad de defenderse a nivel europeo del acoso a nivel nacional[21]. Esta norma permitió a Hungría, sobre todo después de la publicación (2018) de un informe sobre los derechos humanos húngaros por parte de Amnistía Internacional[22], impedir que las ONG operaran en su territorio[23], introduciendo penas de prisión para los colaboradores de estas asociaciones que hubieran ayudado a los solicitantes[24] de asilo y un impuesto sobre la financiación pública de estas asociaciones[25].

Manifiesto electoral de Fidesz contra la influencia de Soros y las ONG internacionales^[26]

Esta decisión ha tenido consecuencias esquizofrénicas, porque evidentemente reduce la afluencia de inmigrantes a Hungría[27], lo que, sobre todo en países vecinos como Austria y Alemania, se ve con buenos ojos[28], pero al mismo tiempo le ha costado a Budapest un procedimiento de infracción por parte de la Unión Europea[29]. La disputa permite que afloren un par de aspectos destacados de la campaña electoral de Orbán: (a) uno de los carteles más populares de la campaña electoral de 2018 consiste en un fotomontaje en el que aparece George Soros (el multimillonario de origen húngaro que financia numerosas ONG mundiales) sosteniendo bajo su brazo a todos los líderes de los partidos de la oposición, desde los socialistas hasta el derechista Jobbik[30]; (b) otro cartel, abiertamente xenófobo, habla del miedo de los húngaros a verse desbordados por los flujos migratorios[31] y justifica las leyes para frenar las entradas[32] y organizar las expulsiones[33] .

Desde hace 20 años, el porcentaje de votantes húngaros dispuestos a votar a partidos populistas se ha elevado a dos tercios de la ciudadanía, el más alto de la Unión Europea[34]. Una ciudadanía que busca desde hace tiempo un líder carismático que asuma la responsabilidad de afrontar y resolver los miedos[35]: Viktor Orbán, que aglutina y reúne al populismo de derechas (antieuropeo y reaccionario) y al populismo de izquierdas (que critica el capitalismo y la globalización[36]: desde el atentado del 11-S y la posterior crisis financiera de 2008, los temores de estos grupos han confluido en el miedo a lo diferente y al desempleo, y han llevado a la aceptación de una progresiva reducción de los derechos humanos de comunidades enteras[37].

No son las posturas de Bruselas ni las demonizaciones de la prensa progresista las que se necesitan para frenar esta deriva, ya que son precisamente estas posturas las que alimentan la desconfianza que lleva a los ciudadanos a los brazos de Orbán[38]. No hay más que ver los dos partidos húngaros, el de extrema derecha Jobbik y el partido Fidesz, como explica el antiguo líder de Jobbik, GáborVona: «Lo que Jobbik representa hoy se parece mucho más al partido Fidesz del pasado, mientras que el Fidesz de hoy se parece mucho más al antiguo Jobbik»[39] . Una declaración sorprendente si tenemos en cuenta lo que el propio Vona declaró en 2012: «No somos comunistas, no somos fascistas, no somos nacionalsocialistas, pero tampoco somos demócratas»[40].

Confirmando la bondad de la estrategia de Orbán, Jobbik ha perdido votos, ya que su orientación ha adquirido un carácter más moderado, centrista y proeuropeo[41]. Un enorme proceso de transformación, si se piensa que en Budapest, el 4 de mayo de 2013, junto con el Congreso Judío, los neonazis y los votantes de Jobbik desfilaron por las calles bajo el grito de «Stop Judapest» húngaros todavía apoyados por Jobbik[42]. Al fin y al cabo, como explicó el analista Aron Coceancig, la compleja situación húngara es el resultado de «todos los totalitarismos recientes: la gente ha sufrido el nazismo y el estalinismo. Las familias siguen divididas por afiliaciones políticas”[43]. Para entender la Europa del Este, hay que aceptar que, para ellos, «derecha» e «izquierda», políticamente hablando, no tienen las mismas connotaciones a las que estamos acostumbrados: por ejemplo, en Rumanía, los proeuropeos son de derechas[44].

Manifestación de Jobbik en Budapest en 2013^[45]

Según Aron Coceancig, más allá de las ideologías, «la gente esperaba más» porque «hay escepticismo hacia los palacios lejanos llenos de burócratas», el mismo escepticismo con el que cuenta Orbán para ganar, trasladando la culpa de las dificultades del país a Europa, «un poco como hicieron antes con los soviéticos, y antes con los alemanes»[46]. La guerra en Ucrania empeora las cosas, porque ha reforzado tanto las actitudes ambivalentes de los dirigentes húngaros en política exterior (a medio camino entre la OTAN, Rusia y China) como las posiciones autonomistas, soberanistas y nacionalistas que, en el pasado, han frenado la adopción del euro. Si hay una certeza para el pueblo húngaro, es el miedo a los rusos. La victoria en las elecciones del 3 de abril de 2022 es, por tanto, una victoria contra los «imponentes centros de poder internacionales» de la Unión Europea, contra George Soros, contra los medios de comunicación mundiales e incluso contra VolodymyrZelensky, que acusó al presidente húngaro de ser «el último de Europa que sigue apoyando a Vladimir Putin»[47].

La «neutralidad» de Hungría en la guerra de Ucrania ha calado en el ánimo de los ciudadanos, como recordó Orbán: «La izquierda ha pactado con los ucranianos para arrastrar a Hungría a la guerra. Pero no es nuestra guerra”[48]. También es difícil que la gran mayoría de los húngaros no comparta la oposición del Primer Ministro húngaro a las sanciones contra Rusia, dado que Budapest depende de Moscú para el 85% de sus suministros de gas y el 60% de los de petróleo[49]. El argumento de la oposición («Orbán aún tiene que decidir si está con las víctimas de Ucrania o con los asesinos, no quiere ser grosero con su amigo Putin») se convierte así en una declaración ingenua de alguien que no ha entendido el estado de ánimo de su país[50]. Tal vez hubiera sido mejor centrarse en la crisis económica, la gestión de la pandemia y la progresiva derogación del Estado de Derecho: todos ellos temas obviamente eludidos por Orbán, pero lamentablemente olvidados por la oposición[51].

Orbàn ha hecho una opción abiertamente populista, aumentando las pensiones, los subsidios a los hijos dependientes, las exenciones fiscales a los jóvenes, las subidas de sueldo a las fuerzas armadas, los descuentos en las facturas de la luz y el gas, las medidas de contención de los precios, etc., aumentando el déficit del Estado en 5.000 millones de euros y haciendo que la inflación se dispare por encima del 7%, como señaló el propio Banco Central de Hungría, pero sin que la gente entienda la relación[52]. Lo cierto es que por su «amistad» con Putin, Hungría se encuentra ahora aislada en una Europa en la que incluso Polonia y los demás países de Visegrado se han distanciado de Budapest ante la amenaza rusa.

Pero el gobierno húngaro ha identificado una salida: China, algo que la OTAN considera desde hace tiempo una grave amenaza para la seguridad[53]. Con el proyecto de la «Ruta de la Seda», en el que Hungría es el principal pilar[54], China está penetrando en Europa, creando una vergonzosa dependencia financiera: el caso de Montenegro, que se arriesgó a endeudarse hasta el punto de ceder a Pekín la propiedad de las infraestructuras construidas con préstamos chinos, es un ejemplo de ello.

China y los falsos partidos

Las rutas de la Nueva Ruta de la Seda^[55]

En los últimos diez años, Orbán ha firmado una serie de contratos que, según el American Enterprise Institute (AEI), equivalen esencialmente a una «trampa de la deuda»[56]. Además, Huawei, el gigante chino de las telecomunicaciones, expulsado de las redes de media Europa por sospechas de espionaje, anunció ya en 2011 que establecería su sede logística en Hungría: según la AEI, los acuerdos húngaros con Pekín superan los 5.000 millones de euros[57]. También se está estudiando la construcción de un campus universitario chino: la Universidad de Fudan, capaz de albergar a 8.000 estudiantes y 500 académicos en una superficie de 520.000 metros cuadrados, un proyecto megalómano que cuesta 1.500 millones de euros, de los cuales 1.300 millones los paga Pekín[58].

La Unión Europea está preocupada, y por eso no reacciona cuando Budapest se queja de que en Ucrania, y más concretamente en Transcarpacia, en la zona de la ciudad de Uzhhorod, unos 150.000 húngaros son tratados como parias[59]. Se trata de un asunto que ha favorecido a Moscú para bloquear el intento de Kiev de ingresar en la OTAN[60]. Durante su visita a Moscú en febrero de 2022, Viktor Orbán declaró a la prensa que la amistad de Hungría con Rusia y China era una ayuda para la distensión internacional[61]. Durante esa visita, el primer ministro húngaro firmó la financiación rusa de la central nuclear Paks-II, la ampliación del contrato de suministro de gas a un precio calificado por Orbán como «el más bajo de la historia», la producción de la vacuna rusa Sputnik V en Hungría[62] .

La Unión Europea no puede esperar a los partidos de la oposición que, como explican muchos analistas[63], son en su mayoría partidos políticos sin un programa real, fundados con la única intención de obtener financiación pública: partidos falsos[64]. Según el analista MiklosLigeti, fueron 14 los partidos de este tipo que se presentaron en las papeletas del 8 de abril de 2018 para beneficiarse de la financiación pública[65] . En la ronda electoral de 2014, los partidos falsos recaudaron algo así como 4.000 millones de forints, mientras que para la ronda electoral de 2018, la cantidad total que acabó en los bolsillos de estas asociaciones empresariales fue de unos 3.000 millones de forints (9,5 millones de euros)[66]. En 2018, la mitad de los 23 símbolos de las papeletas electorales pertenecían a partidos de los que los húngaros nunca habían oído hablar[67]. Según Transparencia Internacional[68], el partido del primer ministro tiene un papel nada desdeñable en todo esto, ya que se niega a anular o cambiar esta ley, que de todas formas resta votos a sus oponentes[69].

MiklosLigeti señala que los partidos falsos reciben dinero sin tener que presentar pruebas de los gastos, sus documentos contables suelen constar de sólo dos o tres líneas y contienen en su mayoría información vaga[70] . Ligeti se pregunta: Si la mayoría del Parlamento está con Fidesz, ¿por qué no exige controles de la financiación? Responde: «Algunos sospechan que el dinero vuelve a Fidesz por la puerta de atrás», y añade que «si el partido de Orban no se beneficiara de este fenómeno, ya lo habría dejado»[71]. Aunque los partidos falsos en 2014 sólo obtuvieron el 3% de los votos, este porcentaje fue suficiente para influir en el reparto de escaños en el Parlamento y, por tanto, en el poder real del ejecutivo[72] . En este vacío político, ahora que la prensa independiente ha sido silenciada (incluso las pequeñas radios libres[73]), Orbán sólo se preocupa de mantener el poder jugando a ponerse al día con Bruselas, Moscú y Pekín. Su programa político es incluso inviable para él: no puede salir de la Unión Europea, no puede unirse a Rusia, y los vínculos con China se convertirán muy pronto en un grave problema para él: tendrá la misma situación de crisis estructural irreversible que Turquía.

Sólo entonces, tal vez, surgirán fuerzas intelectuales y económicas dispuestas a dar una nueva dirección. Hasta entonces, los europeos debemos esperar pacientemente y asegurarnos de que la enfermedad degenerativa de la democracia húngara no se infiltre también en nuestros parlamentos, un peligro real e inminente. Lo que en una situación como la creada por la invasión de Ucrania sólo puede aumentar nuestra preocupación.

[1]https://www.open.online/2022/04/03/elezioni-ungheria-risultati-orban/

[2]https://fivedabliu.it/2022/04/04/ungheria-orban-al-5-mandato-vince-col-531/

[3]https://it.euronews.com/2018/04/09/elezioni-in-ungheria-in-diretta-risultati-analisi-e-reazioni

[4]https://archive.ph/20110604170213/http://www.timesonline.co.uk/tol/news/politics/article6457752.ece

[5]https://www.jpost.com/Diaspora/Despite-high-anti-Semitism-incidents-low-in-Hungary-375118

[6]https://www.independent.co.uk/news/world/europe/concerns-as-neonazi-jobbik-party-wins-20-of-hungary-vote-9244541.html

[7]https://fivedabliu.it/2022/04/04/ungheria-orban-al-5-mandato-vince-col-531/

[8]https://it.wikipedia.org/wiki/Elezioni_parlamentari_in_Ungheria_del_2018

[9]https://www.reuters.com/article/us-hungary-election-explainer/what-to-watch-at-hungarys-elections-idUSKCN1HC1BU

[10]https://www.reuters.com/article/us-hungary-election-explainer/what-to-watch-at-hungarys-elections-idUSKCN1HC1BU

[11]https://it.euronews.com/2018/04/09/ungheria-il-leader-di-jobbik-si-dimette

[12]https://eur-lex.europa.eu/legal-content/IT/TXT/?uri=celex%3A12012M002 https://eur-lex.europa.eu/legal-content/IT/TXT/?uri=CELEX%3A12016ME%2FTXT&qid=1649751582476